Me han regalado
una obra de arte. Es posible que a muchas personas les haya pasado alguna vez.
De hecho, no es la primera vez que tengo la fortuna de que un artista decida
obsequiarme con una de sus obras, puede decirse que tengo suerte. Pero la
trascendencia del día de hoy merece ser recordada, por eso lo escribo, pero
sobre todo por eso se lo escribo.
Esta historia comenzó,
como todas las historias, un buen día en que el destino, la confluencia de los
astros, la providencia divina o la pura y simple casualidad cruzó a una persona
en mi camino. La conocí como la amiga especial de un amigo. No sé si le caí
bien desde el principio, ella sí que me gustó, aunque me suele gustar la gente
que es buena gente.
Es curioso como los
sucesos pueden cobrar sentido observándolos en perspectiva, y hoy cada paso
dado, cada circunstancia y cada encuentro, tienen sentido.
No recuerdo con
exactitud cuándo pasó, pero un día acabamos en su casa. Ella me enseñaba sus
cuadros, unas creaciones intensas, llenas de sentimiento, de creatividad, de
feminidad, de sufrimiento y de reivindicación. En aquel instante, cuando
observaba su trabajo, íntimo, como el de tantos y tantos artistas escondidos
tras el anonimato, posiblemente no fui consciente de que uno de sus trazos se
quedó pintado en alguna parte de mi subconsciente y permaneció latente,
esperando su momento.
Y ese momento llegó
como llegan las cosas importantes, casi sin querer. Necesitaba una ilustración
para la portada de la novela que estaba decidida a publicar y no sabría deciros
si mi protagonista estaba en sus cuadros o sus cuadros eran mi protagonista, el
caso es que con el apuro que da pensar que le estás pidiendo un favor demasiado
grande a alguien a quien no conoces tanto, la llamé y se lo pedí, sin más. Yo
suelo hacer así las cosas. Le pedí que ilustrara mi portada y aceptó, no sin
ciertos reparos, porque como los artistas que no tienen nombre, aunque les
sobre el arte, me confesó que tal vez esperaba mucho de ella. Ahora sé que esperaba
poco.
Y ahí empezó todo
realmente. Yo ya conocía a Rosa, pero ese día, sentada una frente a la otra, en
una heladería del pueblo en el que las dos vivimos (otro capricho del destino),
la conocí. Creo que ilustramos la portada allí mismo, hablando, primero de la
novela, después de la portada, después de la creatividad, después de la vida y
después de tantas cosas…
A partir de ese día
sentí que nada sería igual entre ambas, porque tenía ante mí a una persona
fascinante, oculta tras una persona corriente.
Y ya nada será igual
entre nosotras, al menos para mí, porque ella me ha regalado una obra de arte.
Ella ha pintado mi novela. Su creación y la mía se pertenecen.
Yo no he hecho nada
extraordinario, solo he escrito una novela, como muchas otras personas. Rosa
puede pensar que no ha hecho nada extraordinario, ha pintado un cuadro, como
muchas otras personas. Pero juntas hemos hecho algo irrepetible que quedará
para siempre, como espero que quede esta simbiosis que hemos ido cultivando
casi sin darnos cuenta, y que solo ha sido visible cuando todo ha confluido.
Esta imagen es un
pequeño detalle, una instantánea tomada con el móvil, un mínimo adelanto de lo
que será la portada de ‘En lo más profundo’. Y este post es mi pobre
agradecimiento, porque se queda pobre para lo mucho que Rosa me ha regalado.
Al final no sé si la
ilustración os gustará o no. Como ya dije hace poco en otro post, en el arte, en la creatividad,
todo depende del criterio de cada cual. Pero en el fondo todo esto no está
hecho para gustar, está hecho porque tenía que ser así.
Tengo una portada,
tengo una obra de arte, pero sobre todo tengo una amiga que ha hecho suyo algo
mío. Ahora ya será de ambas. Todo lo demás se me antoja secundario.
Yo no tengo el arte que tienes tu con las palabras, pero te digo de todo corazón que me has emocionado y aquí mismo en el trabajo se me han salido un par de lagrimas. Muchísimas gracias a ti por tener fe en mi, por confiarme algo que se que es tan importante en tu vida. Me costó creer que podía hacerlo, pero tu confianza total y ciega, ya que siempre me dijiste que tenía total libertad para hacer lo que yo quisiera sin duda fue un empujón que me motivó aún más. Cuando leí "En lo más profundo" reconocí a esas chicas de mis antiguos cuadros, fuertes, luchadoras, pero también frágiles y pensé que sin duda podrían encajar con tu historia. Me alegro de que tu hayas pensado igual y que te haya gustado el cuadro.
ResponderEliminarTe deseo todo el éxito que te mereces, que es mucho!
Ah.. y por cierto, me caíste bien desde el principio :)
Un beso enorme!
R
Y se me olvidaba... gracias también a la modelo, Rebeca, cada cara es un mundo, y la suya me inspiró mucha ternura, belleza y fuerza.
EliminarR