Hoy os presento a mi
suegra, la mujer que sujeta mi novela entre sus manos con esa sonrisa
transparente y esa cara de buena gente.
Muchos podéis pensar que
mi suegra es una señora como otra cualquiera y que puede que no tenga demasiada
trascendencia un post que habla sobre
una persona corriente, pero el que piense eso es porque es de ese tipo de gente
que saca conclusiones antes de tiempo… aunque estoy segura de que ese no será
tu caso (igual así ya he logrado condicionarte…, jejeje). Pero bien, tras el
paréntesis, prosigo.
Hoy quiero hablar de mi
suegra porque se ha leído mi novela.
Vaya, sin duda tampoco
parece un gesto de especial relevancia. Mucha gente lee novelas y mucha gente
hace como que las lee (yo alguna vez lo he hecho). Por otra parte es lógico pensar
que es normal que la mujer se haya leído la novela de su nuera, pero la
normalidad o la excepcionalidad de las cosas se la atribuimos cada cual
dependiendo de muchas circunstancias.
Si me dejáis os cuento,
porque contando es como la explicación trasciende.
En las últimas semanas,
por causas que nada tienen que ver con esta historia y que por lo tanto no voy
a relatar, mi suegra, a la que a partir de ahora me referiré como Maruja (al
fin y al cabo ese es su nombre), ha tenido que pasar muchos días de acompañante
en un hospital: mucho tiempo libre y muy poco que hacer. Me pidió leer la
novela a pesar de que todavía no estaba impresa y leer más de 200 páginas en
formato A4 a doble cara y con gusanillo no es muy cómodo, pero por supuesto se
la dejé.
Sabía que iba leyendo
porque me lo decía. Mientras tanto yo estaba tan satisfecha e intrigada como puede estarlo
alguien que ha escrito una novela y sabe que otra persona la está leyendo.
Pues bien, hasta ese
momento el relato de los sucesos parece la mar de insustancial, lo admito,
aunque no lo sea en absoluto.
Ayer estábamos comiendo en
su casa. Soy de esas nueras a las que les gusta comer en casa de sus suegros,
porque es una buena manera de no tener que hacer la comida, es evidente, pero
también porque me siento como si estuviera en mi propia casa.
Comimos y no dejamos de
hablar, como suele ser habitual. Y como comprenderéis, es casi inevitable que de
un tiempo a esta parte, especialmente después de la presentación de la novela, lo que pasa entorno a ella sea el centro de casi todas las conversaciones entre los míos. Valoramos
la cantidad de gente que había acudido al acto, lo que había dicho fulanito o
había hecho sotanito. Yo participaba en la charla satisfecha, mis suegros y
Franc orgullosos. Rodrigo no nos hacía demasiado caso…
Entonces, no sé en que
instante ni por qué motivo concreto, Maruja dijo que “es una historia que puede
haberle pasado a cualquiera”.
Suelo prestarle atención a
Maruja cuando habla, por educación y porque la atención es la base de la
comunicación eficiente, pero tras aquella frase no pude evitar centrarme con
más interesés en cada una de sus palabras.
Con la naturalidad con la
que Maruja hace y dice todo lo que hace y dice, siguió explicando que le
parecía que era como las series de televisión que suele ver, que “te enganchan
y no puedes dejarlas porque quieres saber lo que pasa a continuación”.
También explicó que era
una historia dura y, casi sin darme cuenta, la descubrí analizando parte de su
contenido, la relación entre algunos de los personajes…
No quería que dejara de
hablar. La escuchaba atenta porque me sentía sorprendida, pero sobre todo
halagada, porque Maruja no decía “me ha gustado” o “no me ha gustado”. Maruja
había interiorizado la historia y había captado los detalles fundamentales de
la narración.
Maruja es una persona
inteligente, no vayáis a pensar lo contrario, posiblemente lo podría demostrar con más recursos y soltura de haber tenido estudios, pero la vida
ofrece diferentes posibilidades a las personas y ella se dedicó a darse a todo
el mundo desde muy niña. Eso no quiere decir que no sepa, o que no comprenda,
sabe y comprende perfectamente, porque tiene la experiencia que muchas veces no
da la formación académica.
Maruja no me hará una
reseña, ni tratará de buscar en el interior de la novela un trasfondo, ni se
preocupará por el discurso literario que he utilizado. Ella ha leído una
historia, la ha disfrutado y ha compartido sus sensaciones e impresiones conmigo.
Señores críticos y lectores 'expertos'… A partir
de aquí pueden despedazar, desintegrar, desenmarañar y analizar al detalle cada
uno de los párrafos de la novela que he escrito, no digo que no vaya a valorar
su trabajo, ni que sus análisis no tengan importancia para mí, pero digan lo
que digan, no podrán robarme el excepcional momento que he vivido en casa de mi
suegra cuando, en la sobremesa, rodeada de su marido, su hijo, su nieto y su nuera,
dio su particular visión de mi novela.
Pequeñas cosas que le dan
sentido a todo…
Por eso mi suegra se
merece este post y por eso se lo he escrito.
No hay comentarios:
Publicar un comentario