domingo, 29 de junio de 2014

Os presento a mi suegra...




Hoy os presento a mi suegra, la mujer que sujeta mi novela entre sus manos con esa sonrisa transparente y esa cara de buena gente.

Muchos podéis pensar que mi suegra es una señora como otra cualquiera y que puede que no tenga demasiada trascendencia un post que habla sobre una persona corriente, pero el que piense eso es porque es de ese tipo de gente que saca conclusiones antes de tiempo… aunque estoy segura de que ese no será tu caso (igual así ya he logrado condicionarte…, jejeje). Pero bien, tras el paréntesis, prosigo.

Hoy quiero hablar de mi suegra porque se ha leído mi novela.

Vaya, sin duda tampoco parece un gesto de especial relevancia. Mucha gente lee novelas y mucha gente hace como que las lee (yo alguna vez lo he hecho). Por otra parte es lógico pensar que es normal que la mujer se haya leído la novela de su nuera, pero la normalidad o la excepcionalidad de las cosas se la atribuimos cada cual dependiendo de muchas circunstancias.

Si me dejáis os cuento, porque contando es como la explicación trasciende.

En las últimas semanas, por causas que nada tienen que ver con esta historia y que por lo tanto no voy a relatar, mi suegra, a la que a partir de ahora me referiré como Maruja (al fin y al cabo ese es su nombre), ha tenido que pasar muchos días de acompañante en un hospital: mucho tiempo libre y muy poco que hacer. Me pidió leer la novela a pesar de que todavía no estaba impresa y leer más de 200 páginas en formato A4 a doble cara y con gusanillo no es muy cómodo, pero por supuesto se la dejé.

Sabía que iba leyendo porque me lo decía. Mientras tanto yo estaba tan satisfecha e intrigada como puede estarlo alguien que ha escrito una novela y sabe que otra persona la está leyendo.

Pues bien, hasta ese momento el relato de los sucesos parece la mar de insustancial, lo admito, aunque no lo sea en absoluto.

Ayer estábamos comiendo en su casa. Soy de esas nueras a las que les gusta comer en casa de sus suegros, porque es una buena manera de no tener que hacer la comida, es evidente, pero también porque me siento como si estuviera en mi propia casa.

Comimos y no dejamos de hablar, como suele ser habitual. Y como comprenderéis, es casi inevitable que de un tiempo a esta parte, especialmente después de la presentación de la novela, lo que pasa entorno a ella sea el centro de casi todas las conversaciones entre los míos. Valoramos la cantidad de gente que había acudido al acto, lo que había dicho fulanito o había hecho sotanito. Yo participaba en la charla satisfecha, mis suegros y Franc orgullosos. Rodrigo no nos hacía demasiado caso…

Entonces, no sé en que instante ni por qué motivo concreto, Maruja dijo que “es una historia que puede haberle pasado a cualquiera”.

Suelo prestarle atención a Maruja cuando habla, por educación y porque la atención es la base de la comunicación eficiente, pero tras aquella frase no pude evitar centrarme con más interesés en cada una de sus palabras.

Con la naturalidad con la que Maruja hace y dice todo lo que hace y dice, siguió explicando que le parecía que era como las series de televisión que suele ver, que “te enganchan y no puedes dejarlas porque quieres saber lo que pasa a continuación”.

También explicó que era una historia dura y, casi sin darme cuenta, la descubrí analizando parte de su contenido, la relación entre algunos de los personajes…

No quería que dejara de hablar. La escuchaba atenta porque me sentía sorprendida, pero sobre todo halagada, porque Maruja no decía “me ha gustado” o “no me ha gustado”. Maruja había interiorizado la historia y había captado los detalles fundamentales de la narración.

Maruja es una persona inteligente, no vayáis a pensar lo contrario, posiblemente lo podría demostrar con más recursos y soltura de haber tenido estudios, pero la vida ofrece diferentes posibilidades a las personas y ella se dedicó a darse a todo el mundo desde muy niña. Eso no quiere decir que no sepa, o que no comprenda, sabe y comprende perfectamente, porque tiene la experiencia que muchas veces no da la formación académica.

Maruja no me hará una reseña, ni tratará de buscar en el interior de la novela un trasfondo, ni se preocupará por el discurso literario que he utilizado. Ella ha leído una historia, la ha disfrutado y ha compartido sus sensaciones e impresiones conmigo.

Señores críticos y lectores 'expertos'… A partir de aquí pueden despedazar, desintegrar, desenmarañar y analizar al detalle cada uno de los párrafos de la novela que he escrito, no digo que no vaya a valorar su trabajo, ni que sus análisis no tengan importancia para mí, pero digan lo que digan, no podrán robarme el excepcional momento que he vivido en casa de mi suegra cuando, en la sobremesa, rodeada de su marido, su hijo, su nieto y su nuera, dio su particular visión de mi novela.

Pequeñas cosas que le dan sentido a todo…

Por eso mi suegra se merece este post y por eso se lo he escrito. 

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